La otra tarde llegué a casa y había un almuerzo familiar.
Mis primos alrededor de la parrilla y mis tíos tomando vino tacneño.
No sé cómo, pero incluso muchos de mis amigos y colegas estaban ahí también.
Al entrar al patio, comida por doquier.
Mi abuelo sentado solo en una banca. Papakike (O Papá Kike) le decíamos. Hace tiempo que no lo veía.
Me le acerqué por detrás y lo saludé. Me sonrió.
Quería sentarme, pero dudé. Tenía la laptop del trabajo conmigo y no quería que nada le pase.
-Voy a dejar el maletín en la casa
Le dije mientras agarraba un pedazo de chicharrón de la mesa de al lado.
– No vas a volver
Me respondió, muy seguro de sí mismo.
Dramático, pensé.
Ya estaba entrando a la casa y buscando dónde dejar el maletín cuando sonó la alarma del teléfono y desperté.
Me quedé mirando el techo. Tenía razón.
Mi abuelo murió ya hace varios años. No recuerdo cuándo fue la última vez que hablamos ni acerca de qué.
Aprovecha cada palabra y cada momento con la gente que aprecias.