Y no, no me refiero al nivel de acidez ni de alcalinidad de una sustancia.
Esta historia se remonta a una de las primeras salidas -o citas como diría ella- que tuve con mi novia, mi pár.
Pocos meses de conocernos en ese entonces, podríamos decir que la confianza aún se encontraba en un proceso de construcción.
Picnic en Városliget fue la decisión del día. Su amiga nos acompaña. Ahora puedo decir que es bonita. Y es que me acostumbré a ella. En su momento le di el título secreto de: cara de puñete. Cuatro patas y definitivamente no más de cinco kilos. Un pug.
Como es el inicio del ritual internacional de agrado mutuo no le dije que empezaba a sentirme alérgico al pug. Como seguro ella tampoco me dijo que comer alitas fritas de KFC en el parque no era la idea de romanticismo que ella esperaba de mí.
El caso es que la salida iba bien. Risas, conversación y comida.

Városliget es conocido por ser uno de los parques más grandes en Budapest. Al ser tiempo primaveral, rastros de polen en el aire viajan y descansan en cada uno de los visitantes en el tér. Para mí suerte, de nuevo, ¿Qué puede ser más romántico y atractivo que un alérgico?
Un “Mierda, mis alergias” pasa por mi cabeza. Sin embargo no sólo el polen se posa en mí, sino un pensamiento que me deja aliviado.
La oportunidad de presentarme como un hombre preparado y ágil llega en bandeja de plata. Oportunidad para demostrar mis dotes de supervivencia a situación fortuita que se ponga en frente.
Mientras le guiño un ojo, saco un rollo de papel higiénico de mi mochila. La costumbre de llevarlo en la mochila o en el bolso me lleva de vuelta a Perú por un segundo.
Y es que el papel higiénico se convierte en un símbolo de flexibilidad y adaptabilidad. Cumpliendo así, para el peruano promedio… No. Me atreveré a decir, para el latino promedio, una amplia gama de funciones. Desde pañuelo o servilleta, hasta libreta de apuntes para el más osado (o desesperado). La lista puede continuar.
Un tanto orgulloso, con rollo en mano, convierto una porción del papel en servilleta, otra en pañuelo.
Miro a mi pár con una sonrisa.
-Ah
Me devuelve con cara de asco y desaprobación.
-¿Ahora te vas al baño?
Para ella, y para el húngaro promedio, es sólo toilet paper.
Amigo latino, la próxima vez que te vean extraño mientras sostienes de lo más calmado un rollo de estos, ya sabes por qué es.