Me había encontrado con un par de amigos la noche anterior, decidí regresar no muy tarde a casa, pues mi vuelo debía salir a las 11 AM del viernes. Lo que significa 7:30 AM debería de estar yo en el aeropuerto, y debía salir 6 AM de casa. Lima y su tráfico es de impredecible como es de catastrófico.
Por lo cual me había pasado la noche entera del jueves y parte de la madrugada del mismo viernes pensando en mi partida y en que no debía perderme el avión. Regresé a casa a la 1:30 AM. 2 AM terminé de revisar y alistar mis cosas para echarme a dormir. Media hora, poco tiempo, pero mucha reflexión. Analizando cada uno de ellos por segunda y tercera vez. Viendo si es realmente necesario o qué es lo que representa. Agarrando pedazos de nostalgia y utilidad, y empacándolas en la maleta. 5 de la mañana, y la alarma ya estaba sonando, la ignoro, y pido 5 minutos, no sé a quién, pero se los pido y me los concede. Me levanto y me doy un baño. Dos panes con mantequilla van como polizontes dentro de una bolsa en mi mochila, al lado de mi laptop y de la cámara que mi hermana me prestó.
Tocan la bocina. El taxista que está yendo a dejarnos al aeropuerto está ya esperándonos abajo. Mi viejo va a dejarme en el aeropuerto.
Subimos, e iniciamos una conversación con el conductor, nos cuenta sobre las aplicaciones Easy Taxi, Uber, TaxiBeat. Sus buenas experiencias. Sus malas experiencias. El otro lado, desde el lado del taxista. Al parecer mucha gente cree que por el hecho de ser quien recibe el servicio a través de las aplicaciones puede ser muy irrespetuosa con quienes los lleva a su destino. Henry, el taxista, los suele disuadir de ser agresivos con él cuando se baja del taxi. Mide 1.80m y pesa 100 kilos. Es también profesor de fútbol americano.
Nos cuenta que es profesor de inglés por las mañanas aquí en Perú. Fue inmigrante por 18 años en Estados Unidos. Regresó a Perú a cuidar de su madre, quien enfermó y ya falleció. Ahora se encuentra realizando el papeleo para regresar a Estados Unidos.
Llegamos temprano al aeronáutico destino, son las 7 AM. Perfecto, pienso.
Buscamos, con mi viejo, en las pequeñas letras amarillos de un tablero negro- Tampoco encontramos el nombre de la aerolínea en donde suelen estar los stands ¿Será que es tarde ya? ¡Imposible! Hicimos todo a tiempo.
Desbloqueo el patrón de mi celular, aparece una ventanita color verde grisáceo en mi celular. WhatsApp. El nombre de mi hermana en el remitente: Erika.
“Oye, ahí –se refiere a mi ticket de avión- dice 6:30”
Segundos después escribe también
“18:30”
Del director de “Si tomo un taxi puedo alcanzar el bus” y “Casi pierdo el avión” llega “Ups, llegué 12 horas antes a mi vuelo”
12 horas antes, y obligado a deambular por los pasadizos del Jorge Chávez. O al menos hasta que abran el stand de la aerolínea en la que voy.
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Peculiaridades de hoy en el aeropuerto